domingo, 2 de agosto de 2009

Fuera barreras



Alguna vez te has parado a pensar hasta que punto estas oprimido por tu propia inseguridad?

Todas las personas parecemos tener complejos, en mayor o menor medida. Ya sean causados por defectos físicos (falta de belleza, rasgos muy comunes, edad, forma física...) o psicológicos (cobardía, falta de sensibilidad, incapacidad para las relaciones, timidez, etc.,) todo el mundo parece ser consciente de fallos propios, y estos les causan gran inseguridad.

Algo interesante de estos complejos es que nunca los vemos interiormente, sino que los proyectamos en el exterior:Nadie se preocupa por el hecho de tener un determinado defecto, sino por que los demás lo perciban y eso cause ser rechazado.

Es decir, nadie piensa algo como "no soy listo", sino mas bien "los demás piensan que soy mas tonto que ellos, no me van a tomar jamas en serio, nunca haré buenos amigos ni tendré a alguien que me quiera". Aunque los demás no hayan hecho jamas una mención a nuestra inferioridad, siempre parece ser su juicio el que nos causa la infelicidad.

Como un escudo a tomar ante estas fuentes de inseguridades, existe un mecanismo bastante curioso: criticar al prójimo. La gente dirige sus criticas hacia las personas no presentes o ajenas a sus grupos. Al parecer, la idea en el subconsciente común es que, si todos desvían sus criticas hacia la misma persona, evitaran estar ellos mismos en el punto de mira.

Seamos sinceros, todos hemos vivido esa experiencia: estar hablando con un grupo de gente, y que de repente tome forma una conversación del tipo "fíjate en X, siempre yendo por ahí como si fuese el mejor, cada vez esta mas idiota, hay que ver...".

Y lo que es mas, todos hemos estado en la situación de medio asentir al sentimiento general. Y realmente ni siquiera sabemos que ha hecho X para merecer tanto desprecio, pero nos callamos, no vaya a ser que nos convirtamos nosotros en el blanco de las criticas.

La conclusión es bastante sorprendente: Al parecer, nadie es consciente de las imperfecciones de otros, o no les da importancia, porque los únicos defectos que ve son los suyos propios; pero es precisamente la inseguridad generada por los propios defectos lo que lleva buscar los fallos ajenos.

Así, todos quedamos envueltos en una cárcel de hipocresía: todos ocultamos algunos pensamientos y costumbres que jamas confiamos a nadie. Y lo hacemos porque sabemos que, si esos secretos se descubren, el resto no dudara en burlarse o despreciarnos.

Lo triste es que eso ha dejado de ser ya una sensación psicológica: Los demás, efectivamente, se lanzaran a nuestro cuello. Y lo harán porque lo contrario seria admitir que ellos también tienen sus propios secretos, y mostrarse vulnerables. Como en una guerra fría, todos aumentamos nuestras defensas y preparamos ataques contra los demás, sin que nunca llegue a estallar la violencia.

Para concretar todo esto con un ejemplo: Pongamos que entras a una casa sin ser oido y encuentras a un hermano/primo/amigo, que supuestamente esta solo, haciendo el gilipollas delante del espejo.

Cual sera tu reacción?

Efectivamente: Descojonarte vivo.

Pero piensa en esa punzada que tocara tu conciencia mientras lo haces:¿ Acaso tu no has hecho eso mismo mil veces estando solo? ¿que te lleva entonces a reírte de algo tan común?

Bingo otra vez: no reírte indicaría que tu también lo haces. Y no es algo socialmente aceptado, al parecer.


Una vez visto este fenómeno desde el lado consciente y racional, parece bastante estúpido, no? ¿Por que preocuparnos por nuestros fallos, si nadie se fija en ellos salvo para cubrir su propio culo?


Así pues, por mi parte, el circulo queda roto. A tomar por culo la hipocresía. Yo sí reconozco que hago paridas ante el espejo estando solo. Mas de una vez he mirado con suspicacia a un grupo que se ríe cerca de mi, por el pensar que quizás sea yo la causa de la risa. Me he abstenido de contar algún chiste por miedo a ser el único que lo encuentra gracioso, y me he perdido experiencias que probablemente habrían sido interesantes por miedo a no encajar. Y yo también me he medido la polla por miedo a tenerla pequeña, como cualquier hombre. Y no pienso volver a esconder ninguna de estas cosas.

Ahora podría decir que he superado mis complejos, y quedar como Dios. Pero no es así. Seguiré sintiéndome incomodo por mis defectos (reales o no), pero ahora tengo un arma infalible: Si me siento retraído, solo he de recordar que lo mas probable es que el único que ve esos fallos soy yo.

Y Sabes que? Probablemente haya quien se burle... Pero eso no hará mas que confirmar lo expuesto.
El se reirá, con el malestar en tu interior por no ser sincero. Seguirá enjaulado.

Yo estaré a gusto por no haber reprimido la verdad, y además orgulloso de tener mas cojones que él. Libre.


Te invito a hacer lo mismo.

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